El barrio de Santa Caterina y Sant Pere era en aquellos momentos un barrio densificado con una personalidad fuertemente marcada por la tradición industrial, ya que a lo largo del siglo XVIII se establecieron aquí las primeras manufacturas textiles de Barcelona, herederas de la tradición artesanal del barrio. Este hecho propició que el barrio de Santa Caterina y Sant Pere se convirtiera en un espacio proletario superpoblado y con precarias condiciones de vida.
Con el tiempo, la política municipal de Barcelona de intervenciones urbanísticas y de mejora del barrio han contribuido a dignificar la zona y dotarla de equipamientos renovados, como el Mercat de Santa Caterina, restaurado por el equipo de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue. La presencia en el barrio de Sant Pere del Palau de la Música Catalana, joya del Modernismo y Patrimonio de la Humanidad, es una muestra irrefutable del interés por esta zona. El legado del monasterio románico de Sant Pere de les Puelles y el entramado comercial de sus calles principales son otro de los atractivos del que fue el primer suburbio de la Barcelona medieval.